Las
redes sociales han creado un nuevo modo de comunicarse. Han hecho que lo
inmediato se convierta en una especie de elemento inevitable, destacado. Todos
estamos conectados con todos nuestros contactos y lo estamos en el mismo
momento en el que hacemos las cosas. Estamos de vacaciones, subimos una foto de
nuestro glorioso desayuno de hotel. Compramos un producto, lo contamos
rápidamente en Facebook o en Twitter compartiendo lo buena (o mala) que ha sido
la experiencia. Compartimos la información en tiempo real y recibimos la
información en tiempo real y eso ha modificado por completo cómo nos
relacionamos con ella.
Y si
las cosas empiezan a ser tan inmediatas, nuestra reacción a ellas también
empieza a serlo. Estamos en todo momento en una suerte de conversación en
tiempo real con los demás y estamos siempre comentando lo que ocurre en el
momento que pasa. Pero esta inmediatez no solo tiene un impacto sobre la
información y sobre nuestra reacción ante ella, sino que también modifica otros
elementos. Nuestros hábitos de compra y nuestras decisiones de compra se ven
ampliamente modificadas por lo que ocurre en las redes sociales.
El
entorno social se ha convertido en un nuevo prescriptor. Los productos que son
mencionados por amigos y familiares entran en nuestras decisiones de compra y
las protagonizan, al tiempo que se echa mano directamente de las mismas para
encontrar qué se quiere consumir. ¿Quién no preguntó en redes sociales qué
comprar? ¿Y quién no pidió recomendaciones y opiniones sobre un producto que le
interesa?
Pero
el hecho de que las redes sociales sean tan inmediatas y que su posición sea
tan y tan influyente debería tener un impacto en más ámbitos y en más momentos
del proceso de compra. Al fin y al cabo, los consumidores hacen muchas compras
impulsivas, compras que se deciden en el momento mismo en el que se ve el
producto y sin que, muchas veces, se sea realmente consciente de que se quería
ese producto en cuestión. Si esto ha ocurrido siempre y ha ocurrido en
escenarios que no eran tan inmediatos como las redes sociales, ¿qué no ocurrirá
si no en ellas?
Los
consumidores no compran en las redes sociales, pero sí las utilizan como
vehículo para encontrar qué comprar.
Los
botones de compra de las redes sociales nacieron un poco con esa idea en la
cabeza. Los consumidores usaban las redes sociales como elemento de
recomendación de compra y descubrían a través de ellas muchos productos que
querían, así que ¿por qué no capitalizar esta realidad y convertirla en un modo
de generar cifras de negocio? Muchas fueron las redes sociales que lo probaron
no hace tanto tiempo (el gran boom del botón de compra fue en 2015) pero todo
este pico de interés se quedó en agua de borrajas y no funcionó realmente. Sin
embargo, no se debe pensar por ello que las redes sociales no funcionan como
recomendadores de compra y que no tienen un impacto en las compras impulsivas.
Lo tienen, pero de otro modo.
Los
consumidores no compran en las redes sociales, pero sí las utilizan como
vehículo para encontrar qué comprar. Las redes sociales no son una tienda, pero
sí un elemento referenciador que tiene un gran impacto a la hora de reconducir
al consumidor. Ahí está el social proof, el hecho de ver a los demás comprando
un producto y recibir una suerte de bendición social para hacer lo mismo, para
demostrarlo.
La
compra es impulsiva
La
clave está en lo que vamos a hacer a esos escenarios. Los internautas no
navegan por las redes sociales con la intención de comprar, no entrar a ver
cosas como a una tienda online, sino que están viendo información en la que
aparecen de pronto los productos. Y esto tiene un impacto directo en cómo se
producen las respuestas de consumo. En redes sociales no se compra de serie,
sino que se compra por el entusiasmo del momento.
Las
redes sociales funcionan como un elemento referenciador para el consumo, como
una especie de alerta, lo que hace que la compra en el momento sea la que
funcione. Lo ves y lo quieres. Por ello, las marcas usan la publicidad en redes
sociales como elemento para conducir ese consumo, más que entregarse a vender
allí.
Como
apunta una directiva de Teleflora a eMarketer (compañía que aun así sigue
prefiriendo hacer publicidad en búsqueda porque los consumidores siguen usando
los buscadores para encontrar servicios como los suyos, de venta de flores
online), las redes sociales funcionan para hacer que se compre en ese momento,
para dar el empujón final, para hacer que se tenga el impulso de comprar y se
compre (ellos hacen mucha publicidad de retargeting y aprovechando fechas
específicas).
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