Nueve pulgadas le bastaron a Apple para asombrar al mundo. Aquel primer Apple Macintosh (o Macintosh 128K) lanzado el 24 de enero de 1984 cambió para siempre el mundo de la informática y nos maravilló con un entorno de ventanas que no llegaría a ser masivo hasta una década después.
Era un equipo adelantado a su tiempo en muchos apartados: en un mundo dominado por las pantallas de fósforo verde y por los intérpretes de comandos, aquel ordenador de Apple mostró al mundo cómo sería el futuro, y lo hizo con unas especificaciones casi ridículas para los tiempos actuales.
Nueve pulgadas (en escala de grises) que cambiaron la historia
La analogía con el iPhone es inevitable porque ambos productos fueron revolucionarios para una industria complaciente y anquilosada. Aquel Macintosh permitió que los usuarios (y los competidores) entender que el ordenador podía salir de los cubículos y las oficinas y dar el salto al hogar.
Los ordenadores de la época dejan claro cuál era la situación: el IBM PC XT de 5.000 dólares presumía de su procesador Intel 8088 a 4,77 MHz, 128 KB de RAM y su sistema operativo PC DOS 2.0. El Commodore 64 de 600 dólares era una máquina mucho más orientada a juegos y competía con los Spectrum 48K, los Amstrad o los MSX en aquella época gloriosa de los microordenadores de 8 bits, y la propia Apple había comenzado su historia compitiendo con esa misma filosofía y su [Apple ] de 1977 no iba mucho más allá a pesar de costar 1.200 dólares de la época.
Pero aquel Macintosh 128K era muy distinto, y por primera vez hacía algo más asequible el acceso a un entorno de ventanas que Apple ya había perfilado en Lisa, aquel proyecto fallido que costaba cuatro veces más. El Macintosh 128K salió con un precio de 2.495 dólares (algo más de 6.000 dólares ajustando a la inflación).
Aquella disquetera de Sony
¿Qué te vendía Apple por aquel precio? Pues una pequeña pantalla monocroma de 9 pulgadas con una disquetera de Sony de 3,5 pulgadas debajo de ella que de hecho estuvo a punto de ser aquella unidad Twiggy de 5 y 1/4 que se usó en el Lisa.
Como cuentan en Folkore.org, Steve Jobs encargó a su equipo que desarrollaran una unidad de 3,5 propia con la ayuda de Alps para no depender de Sony, pero sus ingenieros sabían que no iban a poder hacer ese trabajo en el tiempo estimado, así que mantuvieron un plan B y trabajaron con Sony para integrar aquella unidad en los Macintosh.
Ya cerca del lanzamiento, uno de los ingenieros de Sony viajó a las oficinas de Apple, y Steve Jobs estuvo a punto de verle y descubrir la trama: los empleados de Apple escondieron a aquel ingeniero en el baño para que Jobs no le viera y siguieron trabajando en la unidad. Cuando Alps le comunicó a Steve Jobs que sería imposible tener la unidad preparada para la fecha estimada, los ingenieros le confesaron que habían estado trabajando con Sony en secreto: Jobs, dicen, "se tragó su orgullo y les agradeció haberle desobedecido para hacer lo correcto".
¿Qué es eso del ratón?
Apple ya había mostrado al mundo lo que era un ratón con el Apple Lisa, pero el gran público conoció este periférico con el Macintosh 128K que incluía el modelo M0100 que en realidad era una ligera variación del que se incluía en Lisa.
Era la época en la que los ratones hacían uso de las célebres "bolas", que en este caso eran de goma cubierta de metal, y no completamente de metal como la del Lisa.
Para conectarlo, claro, nada de USB: el Macintosh 128K incluía un puerto serie DE-9 que tenía, como el nombre indica, nueve pines. En su parte superior había un gran botón rectangular, y su color era ligeramente distinto al que protagonizó el ratón del Apple Lisa.
Era el elemento que diferenciaba a los Macintosh 128K del resto de su competencia, y aunque Microsoft trató de adaptar esa misma idea con Windows 1.0 en 1985, la interfaz de aquel "Classic Mac OS" (Apple lo llamó "System Software" o "System" a secas) marcó el camino a seguir durante años.
Cuando Motorola rivalizaba con Intel
En el interior (iFixit lo mostró hace tiempo), un hardware que era signo de los tiempos: un Motorola 68000 a 8 MHz acompañado de 128 KB de memoria RAM soldados en la placa.
Bill gates aparecía en la campaña de marketing que Apple organizó para aquel lanzamiento legendario.
Puede sorprender ahora, pero la Motorola de entonces era una de las grandes protagonistas en el diseño y fabricación de procesadores, y su familia Motorola 68K tuvo un éxito notable: Apple (que lo usó en el Apple Lisa) fue el cliente más conocido de la firma, pero hubo muchos más fabricantes que aprovecharon aquellos procesadores: Commodore lo hizo también en sus Amiga, y el Atari ST también incluía ese mismo modelo de procesador.
Aquel procesador no solo gobernaba algunos de los ordenadores más potentes de la época, y también fue utilizado en otros productos como aquella primera HP LaserJet de 1984 o la propia LaserWriter de Apple de 1985, la primera en dar soporte al estándar PostScript.
Aquel procesador de 16 bits (con un juego de instrucciones de 32 bits) acabó siendo el detonante de una época dorada para Motorola y para otras empresas como Apple, Commodore o Atari. Su frecuencia de reloj de 8 MHz dejaba atrás a los Intel 8088 de los PCs con los que competía el Macintosh, y además permitía mover aquel entorno de ventanas que era el verdadero corazón de la revolución que vendría.
De hecho ya contamos hace tiempo cómo Jobs fue el único que entendió que aquella interfaz "robada" al Xerox PARC era el futuro. Como también entendió que el formato e interfaz del iPhone eran el futuro.
Dos revoluciones distintas que han marcado la historia de Apple y que todos los usuarios, seamos o no usuarios de los productos de Apple, deberíamos celebrar 35 años después.
Fuente: xataka
Fuente: xataka
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